La dama del bosque

Posted on 15 Marzo 2010

En los relatos más antiguos de pastores del siglo pasado en el centro de Europa, eran constantes las apariciones de aquella dama que caminaba a través de las aguas del lago, que entre la niebla del bosque contemplaba sentada en unas rocas, cómo las hojas de aquellos desguarnecidos árboles caían por todo ese paraje otoñal…
     Era una “chica” joven de delicada figura y rasgos finísimos, que llevaba un vestido blanco hasta los pies, de mangas anchas y vaporosas, que la hacían competir con la beldad de unas alas de mariposa. Su bruna melena al viento caía sobre su espalda y la abrigaba del pasmoso viento huracanado de las leyendas.

     Los del pueblo cercano ni atravesaban la arboleda por no encontrarla, salvo un niño perdido que no corrió al verla y se sentó a escucharla: le contó que era una escritora, pero que los hombres se habían reído de ella, y las mujeres la habían tachado de fresca y casquivana, por contar en sus narraciones de sus relaciones más íntimas, de sus secretos sentimentales más arraigados, y de sus pecados más indecorosos…
– No te vayas, por favor. Sólo necesito a alguien que me escuche -, confesó la mujer, mientras se acercaba al niño.
     Reteniendo sus deseos de marcharse, el pequeño abrió sus ojos, expectante, y notó cómo le temblaban las manos. Tenía a la muchacha ya al lado, que le miraba tranquilamente.
    Si, como las gentes advertían que sucedería si se topaba con ella, en cualquier momento se convertiría en una bruja arrugada de cientos de años, decidió que la dejaría abandonada entre los álamos. Sin embargo, nunca envejeció y como se había prometido que haría, de ningún modo renunció a ella porque ni su piel tersa se amargó, ni sus historias sempiternas sucumbían.
     Pero, él se sentía más alto cada vez, y su cuerpo todavía sin hacer había constatado ya formas y modos de adulto. Llegó el día en el que se sintió tan incómodo con sus cambios, que quiso recuperar la vida y ver lo que ésta le ofrecía… se fue del bosque…

     Entonces, aunque le prometió a la dama que volvería, ella sabía que sus palabras pronto serían tentadas con las pasiones, las ilusiones, y las esperanzas de la vida; y cada noche, lloraba una soledad imperecedera, que se creía buscada por haber robado su infancia.
     A la vez que ella se iba borrando de la realidad, él viajó por todo el mundo y vivió mil aventuras, que atesoraría en su corazón. Aunque nunca pudo olvidar totalmente su pacto de que regresaría al bosque para seguir escuchando a la dama, y así no dejar jamás que se apagara su voz…
    Cuando todo se acababa ya y resultó ser un anciano, recordó que en el viejo bosque había alguien que se sentía tan sola como él, y fue hasta allí sofocado. No la encontró en ninguno de los días que le quedaban, e hizo lo único que se le ocurrió imaginar…
                              Editó sus poemas y redacciones en unas Grandes Colecciones de Literatura, y desde ese instante, ella que estaba en el Purgatorio, abandonó el mundo de sus oscuras sombras, materializándose sólo en cuentos e historias novelescas en las que puede mostrarse triunfadora y plenamente feliz y agradecida, desde donde hoy esté.

        PILAR ANA TOLOSANA ARTOLA

Categories: Textos

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